La era Trump: día cero
DAVID BLÁSQUEZ EL MUNDO 09.11.16
Escribía Proudhome que "la fecundidad de lo imprevisto supera con mucho la prudencia del estadista". Pocos meses después de Brexit lo imprevisto ha parido de nuevo: Donald Trump acaba de convertirse en el heredero de los mismísimos Washington, Lincoln, Eisenhower o Kennedy.
La perplejidad en el bando demócrata es absoluta, y es que, de nuevo, las encuestas han ofrecido una imagen diferente a la que el recuento iba desvelando a lo largo de la noche. El cortafuegos externo de Hillary (Michigan y New Hampshire) no ha resistido. Tampoco lo ha hecho el interno (Wisconsin y Pensilvania). Y de los estados disputados, Trump se ha llevado los decisivos (Florida, Ohio y Carolina del Norte). El magnate neoyorquino cuyo florilegio de despropósitos hacia mexicanos, mujeres o musulmanes es difícil incluso de recordar ocupará la silla con más pondus político del planeta.
Ya sabíamos que EE.UU. estaba partido en dos. Hoy sabemos además que la parte que ha hecho de la división y la confrontación su bandera durante la campaña es la que gobernará el país. Así lo han querido muchos millones de norteamericanos.
Lo terrible de la cosa es que así lo quisieron también muchos millones de británicos al votar Brexit, de húngaros al votar a Orban o de polacos al votar a Kaczynski. Y si los vientos no cambian el rumbo de las papeletas, es de esperar que así lo quieran varios millones de franceses y de alemanes en 2017. El populismo anti-élites y antipluralista que hace de la confrontación con el otro la razón de la propia identidad es ya una tendencia global.
El discurso de Trump tras la concesión de victoria por parte de Hillary, sin embargo, ha sido conciliador. Ha agradecido a Clinton su servicio al país, ha prometido "trabajar con todos los norteamericanos" y apoyarse en los republicanos "que no le han apoyado". En su discurso se ha mostrado abierto en política internacional. Esta apertura no es sino la enésima contradicción de Trump. En cualquier caso, mejor la apertura al discurso del mazazo al enemigo.
Es importante darse algo de tiempo y armarse de prudencia para ver si las descabelladas promesas de la campaña se hacen efectivas o si prima la apertura.
En este momento es difícil hacerse una idea clara de las implicaciones domésticas y globales de la victoria de Trump, pues lo trashumante de su campaña y su personalidad hacen casi cualquier escenario (y su contrario) posibles.
Desde el punto de vista de la política doméstica la victoria de Trump deja dos partidos republicanos bien distintos: uno envalentonado al arrebatar la Casa Blanca a Obama y reforzado con la presidencia y la mayoría en las dos cámaras del Congreso (Senado y Cámara de Representantes), el otro profundamente dividido y desorientado que deberá digerir un liderazgo alejado de su ADN original pero sancionado por los votantes. Rehacer su imagen y sus alianzas dentro del partido y la relación con la otra mitad del electorado americano es priporitario para Trump.
Desde el punto de vista global, si Trump se atiene a lo anunciado durante la campaña, hoy hemos amanecido en un mundo en involución en el que la mayor de sus potencias revisará sus acuerdos comerciales más importantes y sus alianzas militares más estratégicas.
En lo que toca al comercio, es previsible el funeral de los acuerdos con Europa y con gran parte de Asia (TTIP y TPP), así como la revisión a la baja del acuerdo con Mexico y Canadá (NAFTA). En materia de seguridad habrá que ver qué postura toma finalmente Trump en la OTAN, cómo redefine, si es que finalmente así sucede, su relación con Rusia y qué hace con el desastre humanitario y político en Siria.
La clase blanca trabajadora a la que la crisis y la globalización despertó bruscamente del sueño americano y un porcentaje importante de voto oculto han aupado al más improbable de los candidatos a la más alta de las responsabilidades políticas en uno de los momentos más complejos de los últimos años.
¿Qué Trump nos deparará el futuro? ¿El conciliador del discurso de esta mañana o el racista, misógino y antipluralista de los dos últimos años? Mientras respondemos a esa pregunta, gran parte del daño ya está hecho. Hará falta mucha energía social por parte del pueblo norteamericano y un presidente con criterio. Best of luck, Donald.
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